miércoles, 4 de junio de 2014

Del amor, la muerte y la resurrección de este -11

Este poema lo hice cuando mi vida estaba bloqueada, tanto por mí como por la persona que alimentaba mi alma. Tanto sus limitaciones  como las mías nos hacían vivir, frente a la gente que nos importaban, como entre fantasmas.
Eso ya no será nunca más así. Ya no tengo limitaciones... Tampoco con quien compartir mi nuevo yo, pero la esperanza nunca muere.


Hoy llegaste vibrante como envuelto en paños que yo no tejí. 
Hablaste sobre cómo se crea una emoción -eras un experto- 
y alguien más te lo enseñó, yo no. 
Tu voz formó fotos flotantes, yendo de un lado a otro 
al contarme todo ¡eras feliz!, ¡maravilla de experiencias! 
Y yo no estaba, no estuve... Y fue mi propio dedo el que me apuntó, atónito, burlón, diciendo: "No estarás".
Caí en cuenta de que soy un hombre a tu izquierda y eso es ser menos que el cero.
Recibo tus sonrisas como gracias por no existir, 
me besas para que calle locas ideas y, creo, me das tu cuerpo como pretexto con tal de no salir.
Si veo mi reflejo en tus ojos, ¿cómo puede ser que tú no me puedas ver? Si te he dicho que yo vivo por ti, ¿cómo puede ser que en tu vida no exista?
Compartes conmigo una cama y todas las cuentas, 
fantasías realizables tan solo mientras no despiertas, antes de que vuelvas a partir.
No soy invisible ¡mi corazón palpita! 
Pero Soy un hombre a la izquierda que solo te mira vivir.

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